viernes, 25 de agosto de 2017

Yihadistas, gilipollas y gentes del común


Artículo de Eduardo Maestre



Antes que nada, quiero pedirle disculpas, amigo lector, por la cantidad de tacos, improperios, palabras gruesas y exabruptos que sin duda usaré para expresar lo que realmente siento acerca del asunto que tiene con el alma en vilo a todos los españoles de bien durante estos últimos días: la matanza de Barcelona y Cambrils.

Dicho lo cual, debo confesar que yo soy de los que dividen a las personas en dos bandos: los que excusan y adoran a los gatos, y los que entienden y quieren a los perros. O en tres tipos: los que se ríen de los actos heroicos; los que, indiferentes, se levantan a orinar en medio de la frase climática de una película, y los que lloran cuando ven Agustina de Aragón. O en dos clases: los que beben cuando hay que beber, y los que, pese a no padecer alcoholismo ni enfermedades que lo contraindiquen, no beben jamás. Y así llevo toda la vida: dividiendo absurdamente los infinitos tipos de gente en decenas, centenares, miles de tablas clasificatorias cerradas que ya, a estas alturas de la vida, han terminado urdiendo entre sí una red de vasos comunicantes para que yo, el entomólogo amateur, pueda sobrevivir al estupor que indefectiblemente acompaña al imposible intento de comprender el mundo.

En los últimos días, he tenido que recurrir de nuevo a esta entomología íntima para soportar sin cabrearme el espectáculo bochornoso que hemos tenido que tragarnos a diario (y que aún colea!) desde el terrible día de los atentados en Barcelona y Cambrils. Y no me refiero, claro está, a la dolorosísima visión de los cuerpos sin vida tirados por las calles y aceras de la Rambla, la mayoría de ellos en posturas no humanas, que es como se quedan los cuerpos que no han tenido tiempo de morir con dignidad -hechos un pelele sin alma, una marioneta sin hilos. No. Me estoy refiriendo al otro espectáculo, el de los políticos chocándose entre sí como los cochecitos de la feria: rebotando, yendo hacia atrás, golpeándose de nuevo en medio de la risa.

Y para poder sobrellevarlo, como ya les dije a ustedes, me he visto obligado a dividir a los españoles en tres tipos claramente diferenciados: yihadistas, gilipollas, y gentes del común. Veámoslos.

Los yihadistas

Los yihadistas son, por fortuna, poquísimos! Stricto sensu, no hay en el mundo ningún yihadista, porque la yihad –la guerra santa- sólo se puede librar entre dos ejércitos bien pertrechados, comandados por líderes visibles y cuyo fin último fuera exterminar al infiel (el infiel es siempre el otro) para imponer a los vencidos una Fe, sea cual fuere. Y ni siquiera en Siria se lucha por tal cosa! Los sirios están -por fortuna!- machacando al DAESH no porque quieran imponerles credos sunnitas ni chiítas ni sus florilegios derivados (salafistas, sufíes, ismailíes, malikíes y la madre -oculta por un velo- que los parió a todos!), sino porque quieren vivir libres de toda la mierda castradora, genocida y petrificante que significa vivir bajo un Gobierno de estos tíos! No hay ni ha habido en ningún momento una guerra por cuestiones religiosas en Siria e Irak. Aunque el DAESH así lo hubiera querido, sus enemigos no han luchado contra ellos durante los últimos años -hasta casi expulsarlos: Alá lo permita!- por cuestiones de fe ni sutilezas en la adopción de un credo concreto, sino para vivir como vivían; para volver a hacer en Alepo el mejor jabón del mundo; para sentarse con tranquilidad a comer un maravilloso kafta en unos veladores cualesquiera del mismísimo centro de Damasco!

Y si esa camisa endiablada que es la guerra de Siria -en cuyas varas no se me ocurre meterme- no es propiamente una yihad, imagínense ustedes lo que de guerra santa tiene esta cadena de atentados periódicos que está ocurriendo en Europa desde hace unos años, cada vez con más frecuencia y me temo que con menor impacto mediático en nuestras occidentales vidas. Es terrorismo? Sí; pero de yihad, nada! Aquí no hay dos ejércitos. Por no haber, no hay ni uno! Tampoco hay líderes visibles. Y, desde luego, no hay enfrentamiento alguno entre dos credos. Porque, miren ustedes, por muy lavado que tengan el cerebro esos desgraciados jóvenes utilizados por ciertos poderes fácticos para arrojárnoslos a las calles europeas cuchillo en mano o furgoneta en pie, y aunque ellos tengan muy claro que les esperan 72 huríes de turgentes senos en el Cielo musulmán, nosotros no tenemos una fe definida, un credo ortodoxo, unas leyes religiosas indiscutibles. Que sí! Que católicos radicales de los que todavía dejan de comer carne los viernes, aún quedan! Y viejas de misa diaria, algunas hay, que yo las he visto! Pero la casi totalidad de la población europea… Qué va, qué va!

Occidente camina hacia una nueva Era

Qué va! Estos desgraciados nos han cogido a los europeos en un momento de nuestra Historia ciertamente complejo; difícil de comprender para muchos de nosotros mismos, e indescifrable, en términos absolutos, para ellos. Los cristianos occidentales, ya seamos católicos, protestantes, anglicanos, calvinistas, testigos de Jehová o restauracionistas –sea eso lo que fuere- llevamos desde finales del siglo XVIII inmersos en una duda razonable que nos ha hecho, primero, aflojar la carga de la Culpa –base y fundamento de cualquier religión-; segundo, capacitarnos intelectualmente para poner en tela de juicio la validez del Rito –esencial para cohesionar una tribu como tal-, y, tercero, iniciar una búsqueda de alternativas más acordes con el Posmodernismo iniciado en los Sesenta. Cuántos años llevan ustedes escuchando de boca de alguno de sus familiares o amigos “yo no creo en un Dios, sino en una Fuerza Cósmica”; “no hay diferencia entre los seres vivos; todos formamos parte de Gaia”; “la Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento”; “venid y fundíos con la Pachamama”, y otras lindezas de ese corte, que siempre pueden ir acompañadas de sándalo y flores de Bach, pero que tampoco hace ascos al rioja reserva ni al cochinillo asado del mesón de Cándido, eh? Posmodernismo pragmático, que le llaman!

No: en Occidente ya no nos tomamos al pie de la letra el Dogma; ni siquiera vivimos calibrando las consecuencias en el Más Allá por nuestras acciones en el Más Acá. Ojo: que no estoy diciendo que no tengamos una educación moral basada en cuestiones religiosas: la tenemos. Pero muy desvaída ya! Muy descafeinada! En la mayoría de los casos, entre el común de las gentes, el sentir religioso no es más que un guirigay de sentimientos confusos, el resultado de mezclar la ya anoréxica noción de pecado con un fluctuante estado de alerta basado en la corrección política -supurada durante décadas por la socialdemocracia que nos permea. Contamos, para vivir, con esos dos universos introyectados, que actúan como los bastones que llevan esas personas sin sentido del ridículo que practican aquello que llaman marcha nórdica: dos bastones que bien podrían no estar, pero cuya presencia genera una sensación de gran firmeza tanto al caminante como al que lo ve caminar.

Hace más de dos siglos que en Occidente comenzamos a transitar hacia la sustitución de lo religioso por lo psicológico. Incluso me atrevo a afirmar que en este brutal principio de siglo XXI estamos empezando a sustituir lo psicológico por lo puramente emocional. Ciertamente, en unos países más que en otros. En cualquier caso, lo religioso en nuestras europeas vidas queda ya muy lejos de lo que fue. Muy, muy lejos. Y en medio de esta transición ya imparable; en mitad de este proceso general perfectamente orgánico y por fortuna irreversible llegan unos tíos con cuchillos de cocina apuñalando transeúntes; aparecen unos desgraciados con furgonetas de escayolista atropellando peatones; surgen de la oscuridad de sus miserables vidas unos perfectos imbéciles ametrallando a la gente en los bares y en las discotecas! Y a santo de qué? En nombre de quién? ¿Acaso quieren que nos volvamos todos marxistas-leninistas? No! ¿Quizás buscan acabar con el capitalismo como forma de comprender el mundo? Qué va! ¿Es que añoran un estilo de vida en el que el veganismo y los cantos de la ballena azul nos hagan entrar en razón? Para nada! ¿Luchan, entonces, por una vuelta al psicoanálisis de diván para que, ahogados al fin en un mar de kleenex, abracemos bajo una luz renovadora los aspectos más terribles de nuestro nebuloso Ello? En-ab-so-lu-to! No, no, no, no! Nada de eso! Nos quieren someter… porque Alá es grande! …Porque Alá es grande!!! …Madre del Amor Hermoso!!!

El subconsciente musulmán

Pero qué coño es esto? Qué broma es ésta, hombre? Ya está bien de joder a los demás con vuestros problemas de bragueta! Que a causa de vuestra terrorífica educación tengáis en el subconsciente (porque vosotros también tenéis subconsciente, eh?) que la inmensa mayoría de vuestras mujeres se las piraría con otro a la mínima posibilidad real de zafarse de vuestro agobiante entorno no os da derecho a intentar acabar con las costumbres y la vida de vuestros vecinos! Vecinos que, casualmente, somos aquellos que vivíamos ya, generaciones y generaciones atrás, en los países a los que habéis venido! Porque aquí se habla mucho de que lo que buscáis como objetivo último es imponernos a la inmensa mayoría un credo radical, pero en los abrevaderos de comunicación y en los establos políticos se está olvidando un aspecto esencial que, a mi juicio, explica mucho mejor que toda esa tautología pseudosocial no sólo el fenómeno yihadista, sino la existencia y blindaje de guetos cuya perseverancia en no mezclarse es llamativa. Y este aspecto -a mi juicio, central- que se está silenciando es el siguiente: que nuestra forma de vida, nuestras leyes garantistas, nuestra libertad de expresión y nuestra abierta manera de tratar el sexo en todos sus aspectos, os deja en evidencia ante vuestros hijos, ante vuestras estocolmizadas mujeres y ante la propia familia extensa que dejasteis atrás en aquellos países de sumisión y oscuridad personal de los que salisteis huyendo por patas -familia a la que, para colmo, debéis explicar en vuestras conversaciones semanales a través del iPhone por qué seguís viviendo alegremente y pese a todo en esta tierra que tanto os escandaliza! Tenéis, por lo tanto, amigos musulmanes, una avería muy pero que muy importante en el subconsciente individual. Y no digamos en el subconsciente colectivo! Por desgracia, y como diría el del chiste, la avería es de cojones!

Una democracia con graves malformaciones

La avería es de cojones, efectivamente. Y no se le ve muy buena solución, dicho sea de paso. Sobre todo porque aquéllos que deberían exprimirse la sesera para poner orden en este desastre que se ha ido urdiendo poco a poco son lo peorcito de cada casa. Me refiero a los políticos, por si alguien tenía dudas.

Miren ustedes, estimados lectores: ni siquiera la democracia más refinada del planeta, los Estados Unidos de Norteamérica, garantiza que a sus importantes cargos políticos accedan exclusivamente mujeres y hombres inteligentes. Sólo hay que ver quién es hoy su Presidente para echarse las manos a la cabeza y preguntarse “cómo hemos llegado a esto!” Sin embargo, y al margen de las complejas razones que han llevado a la Casa Blanca al Hombre Zanahoria, allí se suelen hacer bien las cosas: eligen a los congresistas a través de distritos uninominales; los electores saben a quiénes están votando para que los representen en el Congreso, y si no cumplen con el compromiso adquirido se les revoca el cargo y a la puñetera calle! Los políticos no se deben a su jefe de partido; ni siquiera a su partido; sólo responden ante los votantes de su distrito electoral, que viene a ser de unos cien o ciento cincuenta mil habitantes. Para colmo, el Presidente de los EEUU no es elegido por el Congreso, sino por los mismos votantes en otras elecciones exclusivamente presidenciales. Eso sí: cuando se le elige, manda más que el Papa; concentra todo el Poder Ejecutivo. Pero ello favorece que el Legislativo sea independiente. Y si añadimos que el Judicial también está sometido a elecciones, pues nos encontramos con lo más parecido que hay en el mundo a una verdadera democracia.

Sin embargo, en España… Ay, en España! En España no hay distritos de ninguna clase; no, al menos, en lo que atañe a representación parlamentaria. Los partidos, que son como unas construcciones colosales que ya estaban ahí desde antes de que los extraterrestres se marcharan, confeccionan listas cerradas -a cal y canto- en las que meten a presión individuos que vaya usted a saber por qué están ahí; individuos, además, completamente desconocidos para el votante. El elector no tiene relación alguna con su representante parlamentario; no lo conoce; no sabe quién es ni de qué pie cojea; no puede pedirle explicaciones, ni mucho menos revocarlo. Revocarlo? Qué es revocar? Revocar qué? A quién? Cómo? Anda ya!

Y qué decir de la Justicia? Dios de mi vida! Montesquieu, menos mal que la palmaste y no puedes ver esto! Los tribunales, los jueces en España no son elegidos por el pueblo, como en Estados Unidos, sino que -oh, milagros de la mala costumbre!- son elegidos por los partidos políticos!!! Los gerifaltes de los principales partidos colocan en los cargos clave a conocidos y a amigos, a recomendados y a mansos; todos ellos, por supuesto, adeptos al partido. De ahí que se hable, sin rubor alguno, de jueces progresistas, fiscales conservadores y hasta de tribunales marcadamente de izquierdas o claramente de derechas. Es acojonante! A-co-jo-nan-te! De manera que no hay forma de que esos políticos que atentan contra las Leyes, de que esos asesores que trincaron la tela, de que esos altos cargos que desviaron cientos de millones o que favorecieron durante décadas a sus familiares y amigos -y que son legión!- paguen jamás por ello. Ni pagarán. Jamás. Ni uno! Porque nadie los encausa. Porque nadie los condena.

No habiendo, pues, separación de Poderes de ningún género; careciendo absolutamente de representantes políticos, y constatando día a día cómo cientos, miles de delincuentes de cuello blanquísimo siguen campando por sus respetos sin que la Ley los ponga en su sitio, los españoles, las gentes del común, caminamos por las calles, acudimos a nuestro trabajo y vamos a hacer la compra en un estado de estupefacción constante que ya se ha instaurado como normalidad, pero que no lo es. No es normal. No señor: no lo es.

Los gilipollas

De ahí que en estos días posteriores a los atentados de Cataluña contemplemos, atónitos, cómo Campanilla, la alcaldesa chupi de Barcelona, se desmadeja en explicaciones para explicar lo inexplicable: que no se pusieron los dichosos bolardos pese a que el Ministerio del Interior insistió hace ya mucho tiempo en que, estando en Nivel 4 como estábamos, no se podía dejar una zona como la Rambla de Barcelona sin colocar estas barreras a fin de evitar atropellos masivos como el que ha ocurrido finalmente. Y que no se pusieron porque, según la alcaldesa mágica, los Mozos de Escuadra le remitieron a ella un informe en el que la Generalidad de Cataluña, haciendo caso omiso de las claras instrucciones de Interior, daba a los Mozos órdenes tajantes de dejar la Rambla abierta a todo vehículo que quisiera masacrar a los ciudadanos sin obstáculos. No van a atentar contra nusaltres! Perquè nusaltres no somos com els espanyols! Nusaltres no som els enemics de los fundamentalistas! Si les ponemos piso y les damos gratis las esteladas, cullons! No tenemos res que temer!

Luego, nos sobrevino la rueda de prensa (de prensa hidráulica) que dieron la alcaldesa élfica, el Primer Bedel Puigdemont y su inseparable Amo del Calabozo, el pícnico Junqueras. Una puta vergüenza de principio a fin! Los tres con caras de haba, las manos juntas tapándose las partes nobles como si los periodistas fueran a lanzar un libre directo, y diciendo que el prusés seguiría adelante. El prusés? Ése era el momento para hablar del prusés, pedazo de gafapasta hidrocéfalo? Si no se habían recogido aún los cadáveres de las calles!

Y qué me dicen ustedes de la maravillosa frase del consejero de Interior catalán, Joaquín Forn, cuando dijo que entre las víctimas había “…una mujer italiana, una portuguesa, una mujer con doble nacionalidad española-argentina, dos personas catalanas y dos personas de nacionalidad española”. Ante esto, estupefacto lector, miré al cielo como si se me apareciera con su espada flamígera en la mano el Arcángel San Gabriel y frotándome los ojos me pregunté: se puede ser más gilipollas? Es posible ser más gilipollas? Es difícil, eh?

También en estos días de dolor hemos podido ver a ese Nosferatu con barretina conocido como Raúl Romeva arrastrándose por todas las moquetas a las que le han dado acceso y presentándose como el Ministro de Asuntos Exteriores de Cataluña para explicar el tremendo dolor que su país, el Estado catalán, ha sentido ante una agresión de esta magnitud. Me recuerda a Gurdulú, el criado que existe pero no es, y que acompaña a su amo Agilulfo, que es pero no existe. Gurdulú, en el transcurso de la alucinante novela de Italo Calvino, cree ser cualquier cosa; cree ser un pato; todos los patos, incluso! Porque, como no es, pero existe, tiende a identificarse ontológicamente con lo primero que pasa por su lado. Así es Romeva: un cargo público que existe pero que no es; una especie de ministro de una especie de país que en su calva cabeza existe pero que no es. Romeva es un Gurdulú con gafas que, dependiendo del día, cree ser un pato, una mata de espinacas o un Ministro del Interior.

Aunque la que se lleva la palma es la delincuente habitual Carmen Forcadell, concediendo ayer mismo la Medalla de Oro al Valor (o algo así) a los Mozos de Escuadra y a otras fuerzas de seguritat procurando apartar de dicha concesión y reconocimiento, como si fueran apestados, a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Que quedara claro, eh? Espanyols, no! Es posible una mezquindad mayor? Especialmente, sabiendo –como sabemos todos- que fue la Guardia Civil la que alertó del almacenamiento de las bombonas en el chalé de Alcaner, cuyo acceso fue negado a los TEDAX de la Benemérita tras la explosión, por lo que no pudieron confirmar otra información crucial de la que disponía la Policía Nacional: que en esa explosión andaba implicado un importante yihadista (el cabrón del imam de Ripoll) al que estaban controlando desde hacía años. Y, claro, como los Mozos de Escuadra no permitieron acceder al sitio a la Guardia Civil, ésta no pudo confirmar extremo alguno con la Policía Nacional. Y los terroristas, viendo que habían destruido el arsenal que preparaban para probablemente volar la Sagrada Familia (se imaginan ustedes?), tiraron por la calle de en medio –nunca mejor dicho, por desgracia- y arremetieron a la desesperada contra los viandantes de la Rambla! Éstos son los hechos!

Qué habría ocurrido si los TEDAX hubieran podido acceder a la casa de Alcaner la noche o la mañana antes del fatídico atentado de la Rambla? No lo sabremos nunca, pero cabe plantearse que habrían puesto en estado de alerta máxima a todas las Fuerzas de Seguridad; no sólo a los Mozos, sino a la Policía Nacional y a la misma Guardia Civil. Y quizás los yihadistas hijos de puta no habrían tenido tanta facilidad para entrar pisando el acelerador y matando gente por la Rambla. No lo sabremos jamás, ciertamente; pero quizás hoy no estaríamos enterrando turistas ni esperando partes médicos de hombres, mujeres y niños en estado crítico.

Y a quién le debemos este provinciano bloqueo a las fuerzas de seguridad del Estado? A quién le debemos este negar el pan y la sal a los policías y guardias civiles? A qué enfermos mentales poseídos de sí mismos hemos de agradecer que antepusieran esa locura chauvinista, ese espanto que es el nacionalismo a la posibilidad real de que corriera la sangre de ciudadanos inocentes por las calles de Cataluña? Contra quiénes deben ir ahora los abogados de las víctimas? Yo lo tengo clarísimo: contra la cúpula de la Generalitat y todos sus altos cargos. Porque ellos, y nadie más, son los cooperadores necesarios con los que contaron los yihadistas para sembrar el terror de nuevo en España y, por descontado, en toda Europa. Y espero que ése sea su verdadero prusés: pasar varios meses paseándose de juzgado en juzgado e ingresar finalmente en la cárcel por cómplices de asesinato.

En definitiva: si los separatas ya habían dejado clara hace años su estatura política, ahora, y tras la deplorable gestión del asunto en los días posteriores a la matanza de Barcelona y Cambrils, han dejado también, para el dolor de cientos de familias, la imagen aterradora de su talla moral. Pero, ojo: no sólo son los indepes quienes han tirado por tierra el ya bajísimo nivel de los políticos en España! También hemos tenido que sufrir el espectáculo cercano al paroxismo que nos han ofrecido los asistentes a la reunión de… Tachaaaaán! El Pacto Antiyihadista!

Más gilipollas. Muchos más gilipollas!

Cómo se digiere un tanque T90 sin tener luego ardores de muerte? Porque el hecho mismo de contemplar cómo asisten a esa reunión antiterrorista varios grupos políticos que se niegan a firmar el Pacto es como tragarse un tanque ruso con toda la dotación dentro! Digo más: cómo puede algún partido político español, con o sin representación en el Parlamento, negarse a firmar un pacto contra los asesinos? Saben ustedes lo que significa que los máximos dirigentes de un partido político se nieguen a estampar su firma en un acuerdo general cuyo fin último es impedir que nos maten sin declararnos la guerra? Y que además se nieguen a explicarnos por qué no lo firman? Porque aquí nadie da explicaciones! Explicaciones creíbles, no, desde luego!

Y no sólo es un partido (Podemos, que ya hace meses fue el primero en dar el cante), sino que también se han negado a firmar dicho pacto los de ERC, los del PNV y hasta los del PDeCAT -los cuñados de los del 3%, vulgo Convergencia y Unión de toda la vida! Qué curioso, no? Los separatas! Los separatas y los marxistas-leninistas. Estos últimos, encabezados por el estomagante Pablo Iglesias, aducen que no pueden firmar el Pacto “hasta que España deje de mantener relaciones con países como Arabia Saudí y Qatar, que son los principales motores financieros del yihadismo y blablablá”. Los indepes, sin embargo, ante las preguntas de los periodistas han utilizado la magistral fórmula pujoliana “ahora no toca hablar de eso”. Ahora no toca? Ahora, con las calles de la Rambla y de Cambrils cubiertas de sangre? Ahora, con los hospitales llenos de heridos, no toca hablar de las razones que tenéis para no firmar un pacto contra el terror? Y cuándo toca, miserables?

Claro, uno no se explica esta negativa, esta cerrazón, estas aparentes ganas de tocar las pelotas a la gente de bien… hasta que se lee uno el Pacto Antiyihadista y se topa con el Artículo nº 4 del mismo, en el que los firmantes se comprometen a “mantener vigente el recuerdo a las víctimas del terrorismo, honrar con la dignidad debida su memoria y promover el testimonio de gratitud del que seremos siempre deudores. Asegurar el reconocimiento que merecen las víctimas y su entorno, así como el apoyo a sus asociaciones y organizaciones representativas.” Lo ven ustedes? Aquí está la madre del cordero! Porque esta mezcla de aristócratas postuniversitarios, perroflautas venidos a más y mulas pardas marxistas de toda la vida que es Podemos no está dispuesta, bajo ningún concepto, a honrar con dignidad la memoria de las víctimas del terrorismo, y mucho menos a apoyar a las asociaciones de víctimas! Cómo podrían comprometerse a algo así, si están unidos con lazos de sangre (de sangre de las víctimas de ETA) a los despojos humanos de Bildu y toda la caterva proetarra de las herrikotabernas vascas? Si no hay día en que Otegui -esa flor de la morgue- no se haga una foto abrazándose con Iglesias, Monedero, Errejón, la Montero o cualquiera de sus lobotomizados! Si dos de los capitostes de Podemos eran hasta hoy los abogados de algunos de los yihadistas que han muerto, coño! Si están trabajando para sacarlos a la calle y puedan urdir con libertad sus locuras integristas! Cómo van a firmar ese Pacto? Es impensable que lo firmen! Perderían, de inmediato, decenas, cientos de miles de votos. No pueden firmarlo. No lo harán jamás.

Y en el caso de los separatas vascos y catalanes, tres de lo mismo: saben que tienen su cartera electoral muy escasa como para permitirse aparecer en las fotos confraternizando con los partidos nacionales y, además, comprometiéndose a condenar a los chicos de la gasolina o a reconocer que los excesos nacionalistas de ETA sembraron España de cadáveres. No van a firmar tampoco. Sólo cabe agradecerles que, al menos, no se inventan excusas paranoides como las que masculla Iglesias. Simplemente no firman, limitándose a decir que ahora no toca hablar del tema. Punto.

Muy bien. Llegados a este punto, busco y rebusco en el desván de mi lírica y, como no logro hallar los calificativos exactos que los definan, me decido a afirmar que éstos –todos- son unos hijos de la gran puta. Un hijo de puta el Tardá. Un hijo de puta el Iglesias. Y unos hijos de la gran puta los representantes de los demás partidos no firmantes. Porque hay que ser un verdadero hijo de puta para cobrar un sueldazo del Estado (de mi dinero, señora, y del suyo de usted) y negarse a estampar la firma en un texto destinado a mejorar en lo posible la protección de las vidas de los ciudadanos españoles. Ya está todo dicho.

Pero y los otros partidos? Dónde me dejan ustedes a los representantes del PP, de Ciudadanos, del esquizoPSOE y del resto de los firmantes? Cómo transigen? Cómo pueden agachar la cabeza y sentarse frente a aquellos malnacidos que, no queriendo firmar, exigen asistir a las reuniones blandiendo el dudoso título de observadores? Por Dios! Que en esas reuniones, comandadas –cabe suponer- por el Ministro del Interior, se va a hablar de estrategias de vigilancia! De tácticas antiterroristas! Se van a poner sobre la mesa enormes cantidades de datos objetivos sobre los que establecer una estructura sólida desde la que arrinconar a los futuros asesinos! Y todo ello ante los del PNV, que llevan cuarenta años recogiendo las nueces del árbol que zarandeaba ETA; ante los de Esquerra Republicana, cuyo historial de golpes de Estado secesionistas se remonta a 1931 y tienen otro previsto para dentro de un mes; ante los de Podemos, amigos íntimos de los proetarras, adoradores de los gudaris y compañeros de txikitos de Otegui, quienes, para colmo, reciben financiación constante del Gobierno fundamentalista iraní y del narcogobierno de Maduro! Pero de qué estamos hablando? Cómo se permite esto?

Pues esto se permite por la debilidad manifiesta del Gobierno de Rajoy, que se sabe en minoría y teme que cualquier gesto de rechazo a los espías no firmantes sea tomado por el esquizoPSOE como una afrenta, y Sánchez, ese enfermo de cretinismo agudo, decida bajarse del barco antes de zarpar. Éste, y no otro, es el absurdo mal que atenaza a España desde hace décadas: la corrección política; el miedo a parecer autoritario; el complejo de posfranquista que arrastran tantos y tantos políticos que, siendo personas inteligentes –que las hay aún en algunos partidos-, se acojonan ante el qué dirán y achantan la cerviz para que los más miserables les pongan el pie en el cuello, que en definitiva es ponérnoslo a todos los españoles. Que esto pase en una empresa privada sería grave; pero que ocurra en las altas esferas de la asténica política española, con mi dinero pagando la fiesta y con la grave amenaza que tenemos encima el resto de los ciudadanos, me siento autorizado para llamarlos a todos gilipollas. Porque hay que ser gilipollas para permitir la entrada a las reuniones de este pacto crucial a aquéllos que descaradamente apoyan a los antiguos asesinos vascos, a los que alientan los golpes de Estado y a los que dedican sus despachos de abogados a sacar a la calle a yihadistas, como fue el caso del imam de Ripoll, que Alá arroje al Infierno envuelto en piel de cerdo!

…Y gentes del común

Mientras tanto, nosotros, las gentes del común, paseamos a nuestros hijos de camino al parque; bajamos a la playa unas horas con la sombrilla, el protector solar, la silla plegable y la bolsa con las llaves y el dinero; acudimos a nuestro trabajo sufriendo los rigores del verano; vemos el telediario estupefactos y aguantamos. Aguantamos. Aguantamos.

No se conoce límite para el aguante de un español. Un español lo aguanta todo. Somos la materia emocional más resistente del planeta. Los partidos cleptómanos nos roban por todas partes y les seguimos votando. Una y otra vez. Pase lo que pase. Nos matan por las calles unos musulmanes enloquecidos y al día siguiente cantamos Imagine y ponemos en las aceras velitas rojas de las que venden en los chinos. Nos explican a diario en la radio y en la tele cómo unos tíos con nombres y apellidos catalanes piensan destruir nuestra vieja nación, paso a paso y en detalle, y lo más que se nos ocurre decir es “por mí, que se vayan ya!” Y, por supuesto, no mover un dedo para evitarlo. O, peor aún, confiar en que el Gobierno de Rajoy –el primer financiador de golpistas en toda la Historia de España- tiene todo previsto.

Pues bien, gentes del común: ni hay nada previsto para evitar que Cataluña se declare independiente, ni el Pacto Antiyihadista va a servir para nada –no, desde luego, en estas condiciones-, ni las Fuerzas de Seguridad del Estado podrán hacer nada verdaderamente eficaz estando, como están, bajo las órdenes directas de esa tropa de gilipollas que tenemos como políticos. Por favor! Si ni siquiera la Policía o la Guardia Civil han conseguido de ellos que pasemos al Nivel 5, como habrían hecho inmediatamente en Francia o en Alemania de haber sufrido un ataque como el de Barcelona! Y no lo han conseguido porque los que nos gobiernan no han querido soliviantar a la Asamblea Nacional Catalana o a los enfermos mentales de las CUP plantándoles en las calles algunas unidades del Ejército, que es lo que se ha hecho en los países arriba mencionados! Si es que, con tal de contentar a los indepes, nos han vuelto a dejar a los pies de los caballos yihadistas, hombre!

Así las cosas, y atendiendo a que en España hay cada vez más posibilidades de un ataque yihadista de los gordos (con truenos y relámpagos, como son los de Oriente Medio), no nos queda más remedio a las gentes del común que ser conscientes de que los del Alahu Akbar camparán a sus anchas más pronto que tarde; que las FFSS del Estado están atadas de pies y manos; que los que marcan la agenda política son los hijos de puta no firmantes y los hijos de puta de las CUP, y que los que pretenden conducir no sé qué barco escorado hacia no sé qué puerto de paz y concordia -pero sin agarrar al toro por los cuernos- son todos, todos, todos gilipollas.

Y que los demás (es decir: nosotros), pese a estar fritos a impuestos, pese a tener una paciencia inconmensurable y pese a mantener aún una débil luz de esperanza en los responsables de nuestras Instituciones, estamos indefensos. In-de-fen-sos. Que lo sepáis!



2 comentarios: