lunes, 6 de mayo de 2019

El hundimiento del Partido Popular


Artículo de Antonio Barreda


Las elecciones del pasado 28 de abril declaran el hundimiento que sufre el PP en Andalucía. Algo que parece que no perciben sus dirigentes. Ya el primer aldabonazo de aviso llegó tras las pasadas elecciones autonómicas del 2 de diciembre. Y es que, aunque alcanzara el gobierno por coalición, la pérdida de votos había sido inmensa. De los 50 diputados de Arenas de 2012 a los exiguos 26 diputados de Moreno Bonilla en 2018. En tan solo dos legislaturas ha pasado a tener la mitad de los diputados y menos de la mitad de los votantes. Tras las últimas elecciones generales del 28-A el PSOE resucita y obtiene 24 escaños al Congreso ganando en todas las provincias, 11 escaños el PP (que pierde nada menos que 12 diputados), otros 11 escaños Cs, 9 escaños Unidas Podemos y 6 escaños Vox. Pero los dirigentes populares siguen sin analizar el porqué de su debacle electoral, solo siguen anclados a las sillas por culpa de las nóminas públicas. A este paso el PP va empezando a ser un partido en peligro de extinción.

El gobierno andaluz tras cien días tiene muy poco que ofrecer. El drama de las listas de espera lo han resuelto con una simple denuncia en prensa. Ni han investigado más, ni han depurado responsabilidades, ni han llevado a los anteriores gestores, culpables de jugar con la salud de los andaluces, a la fiscalía. Y en una vuelta más de tuerca, presentan un plan de choque para aliviar las listas de espera derivando parte de ella a la sanidad privada, precisamente lo último que debían haber hecho con el dinero público. Muchos andaluces se preguntan si estamos ya en la ante sala de la privatización de la joya de la corona sanitaria en Andalucía, y si próximamente vamos a ir al médico de familia con la tarjeta bancaria en la mano.

En impuestos, la bajada de sucesiones y donaciones beneficia especialmente a los más ricos en Andalucía, mientras que la anunciada bajada del IRPF solo beneficia a las rentas altas y muy altas, especialmente a los que gana más de 60.000 y 120.000 euros. Mientras que la gran clase media sufre un durísimo castigo al no tener bajadas de IRPF. Tres millones de trabajadores y trabajadoras andaluzas se quedan fuera de la bajada de IRPF. Todos los que ganan menos de 28.000 euros al año. Esto enlaza con el sufrimiento que ha soportado la clase media andaluza cuando la salida de la crisis se ha hecho a base de bajar salarios, de perder derechos laborales y recortar servicios públicos. Y esto no se olvida a la hora de ir a las urnas como acaban de demostrar tras el 28-A.

Estos días hemos conocido también los informes de la Intervención General de la Junta de Andalucía sobre la Administración Paralela. Que no dice más que aquello que ya conocíamos, sin aportar nada nuevo, como ya apuntamos hace unos meses. Ya saben el contenido y el continente de la paralela, pero no van a hacer nada. No van a tocar nada. Los 27.000 colocados de la paralela que estén tranquilos que este gobierno del PP-Cs va a hacer todo lo posible por integrarlos en la Junta de Andalucía como personal propio, algo a lo que ni siquiera el PSOE se atrevió a proponer.

Lo único que hemos sabido es el despido de Bernat Soria del Cabimer tras ganar más de 150.000 euros anuales por compaginar sus negocios privados en dos empresas con el contrato de alta dirección y cláusula de exclusividad. Hechos que ya se conocían desde que salieron a la luz en 2016. Además, el expediente se lo abrió la administración del PSOE de Susana Díaz, no el gobierno de Moreno Bonilla, aunque ellos pretendan vender la pieza cobrada ahora.

El pasado 2 de diciembre muchos andaluces se abstuvieron y el PSOE de Susana Díaz perdió 14 diputados, los suficientes para que PP y Cs formaran gobierno apoyados por VOX. Y ello a pesar del tremendo desplome del PP. Al fin y al cabo, el problema en Andalucía no parecía ser el PSOE, sino Susana Díaz, que tiene que purgar todos y cada uno de los errores que ha cometido en su mandato. O Pedro Sánchez toma nota y actúa en Andalucía con un congreso extraordinario y elección de nuevo Secretario General, o su partido corre el riesgo de susanizarse, ser absolutamente indomable para su federal y rechazable en las urnas autonómicas.

El derrumbe del PP en Andalucía era previsible. Los andaluces el 2-D, queramos o no, votaron un cambio. Y el cambio llegó con un gobierno bicolor del PP y Cs y el apoyo de VOX. El llamado “trifachito”. Un gobierno que firmó un acuerdo de legislatura entre estos partidos que poco a poco se ha ido demostrando que era una quimera. El cambio no existe. La Junta de Andalucía sigue exactamente igual. Y lo vemos porque el BOJA solo publica lo que el gobierno anterior de Susana Díaz tenía ya preparado. Además, la maquinaria de Puestos de Libre Designación en las consejerías sigue intacta. Los funcionarios de alto rango son los mismos que nombró el PSOE. El nuevo gobierno lo único que ha hecho, a lo sumo, es un cambio de cromos de un lado a otro. Pero nada más ha cambiado.

Además, del PP en Andalucía sufre aun un exceso de arenismo en sus venas. Tras los 50 diputados Javier Arenas pegó una espantá inexplicable para muchos. Luego vino la farsa de la sucesión tras el intento del engaño con Bendodo y Sanz. Dos incapaces que ahora gozan de la gloria de los cargos públicos por la gracia de Arenas y los errores del PSOE, nunca por sus méritos, algo que no deben olvidar. Que a estos dos los conocen en su propio partido como las “garrapatas de Arenas”. Luego vino la guerra civil con Zoido y el heredero José Luís Sanz. Aquello terminó con Moreno Bonilla elegido a dedo. Y las elecciones de puestos orgánicos elegidos a dedo traen consecuencias. Como que nunca logró controlar la estructura territorial heredada e impuesta por Arenas, ni limpió de arenistas el PP de Andalucía. Al revés, el arenismo lo terminó devorando hasta los huesos y lo convirtió en un incapaz dentro de su propio partido.

Un incapaz rodeado de incapaces. Es la definición que mejor define el gobierno de Moreno Bonilla en Andalucía. Sobre todo, si tras el congreso donde se eligió a Casado, los suyos esperaban renovación y cambios. No se produjo ni lo uno ni lo otro. Los mismos dirigentes territoriales que se habían declarado sorayistas seguían en sus puestos. Y los que perdieron el congreso coparon las listas de las autonómicas y las municipales. Y luego sacaron el doberman que llevan dentro. El cambio era otra mentira más que sustrajeron a su militancia y a sus votantes. Y estos –engañados- han optado por huir en masa del voto popular, provocando una sangría en las arterias del PP que no van a poder parar.

El mayor ejemplo lo hemos visto en Cádiz, con un PP que cae al cuarto puesto en votos, casi empatado con VOX. Y sus dirigentes provinciales no se dan por enterados. Siguen en la melé de las mentiras y del trilerismo político. Su presidente provincial lo primero que hizo fue tirar la camiseta de Soraya y ponerse la chaquetilla de Casado. Lo que indica el grado de dependencia de los cargos a las nóminas públicas, porque nadie allí tiene un trabajo fuera de la política. Ese fue el sistema diseñado por Arenas. Que los cargos dependan de una nómina del partido. Así todos son controlables. Pero el resultado electoral es desastroso. En Cádiz ven las mismas caras en los carteles y en las listas desde hace más de 30 años, ni siquiera se han planteado un simple lifting.

Por estas cosas el pasado 28 de abril los electores los estaban esperando para decirles en las urnas lo que opinaban de cada uno de ellos, y, sobre todo, lo que opinaban tras los cien días de gobierno. Sus propios votantes históricos se han ido por aburrimiento a otros pastos y a otros prados. Y el hueco que venía ocupando el PP desde la caída de la UCD está empezando a ser devorado desde el centro y desde la extrema derecha. Nada va a ser lo mismo desde el tocomocho del congreso popular de Pablo Casado. Pero siguen empeñados en no ver nada más allá de las jugosas nóminas públicas y del poder orgánico que ahora ocupan. Siempre han antepuesto su interés personal al interés de su propio partido. No entienden que el poder es efímero. Y no son los votantes – como ellos piensan – los que se equivocan, son ellos mismos los que han provocado el hundimiento del PP en Andalucía.




2 comentarios:

  1. Estupenda lectura del tocomocho político andaluz. Muchas gracias.

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  2. que bueno eres cabron saca provecho todo es verdad

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