sábado, 12 de marzo de 2016

El sindicato del crimen


Artículo de Manu Ramos

La federación andaluza de la Unión General de Trabajadores (UGT) pide la cabeza de quien ha destapado el entramado de corrupción del sindicato. En concreto, pide 60.000 € por “daños morales”, una fianza de bienes como embargo al acusado y 4 años de prisión por revelación de secretos. La familia del héroe, hoy perseguido por la mafia ugetista, ha iniciado una campaña para denunciar lo que constituye una caza y captura del mensajero, un ciudadano mexicano que ha demostrado la valentía que le falta a muchos andaluces para denunciar el robo al que nos someten todos los días.
Siempre me alegro de que haya valientes, locos, audaces o simplemente personas que creen que hacen lo correcto y sacan a la luz pruebas que dejan claro lo que todos sentimos y presentimos: que la vida política está podrida hasta el tuétano. Me estoy acordando ahora de la mujer que destapó la Trama Gürtel o el jipi converso que expuso a los corruptos valencianos y que se consideraba a sí mismo un “yonqui del dinero”. En Andalucía, el secretario Roberto Fresneda (ex-tesorero de UGT) vio el dinero que pasaba por delante suya y habló. Ahora es objeto de persecución de una organización criminal estatal llamada “sindicato de trabajadores”. No se engañen, ni es un sindicato ni es de trabajadores.

No es sindicato porque no es una junta de síndicos, es decir, esas personas no están elegidas por los trabajadores para representar sus intereses. La misma falta de representación que hay en los partidos políticos la hay en los llamados “sindicatos”. Tampoco es de trabajadores, precisamente porque ni los jefes trabajan ni es una organización propiedad de los trabajadores sino del Estado. Al igual que con los partidos, están financiados por el erario público y no por las cuotas de sus afiliados.

Además, jurídicamente los sindicatos poseen la virtualidad de hacer leyes: los convenios colectivos. Mediante estas normativas obligatorias para todos los españoles están apropiándose del poder legislativo de la nación, poder que comparte con los jefes de los partidos estatales. Es franquismo puro, solo que en vez de un partido hay varios y en vez de un sindicato otros tantos. No obstante, el consenso se encarga de que todos estén de acuerdo en lo básico: seguir siendo la oligarquía en el poder. Quizá algunos arribistas se incorporen a sus cuotas proporcionales y no en vano un partido estatal como Podemos ya ha anunciado que formaría su propio sindicato (ya ni sindicatos de clase sino sindicatos de partido) pero jamás romperán la ficción que los entroniza y aleja del control de la sociedad civil.

Porque es de la sociedad civil de donde tendrían que surgir estas organizaciones. Es el dinero privado el que tendría que soportar estos entramados y que fueran examinados como cualquier empresa sujeta al registro mercantil. ¿Cómo se atreve la UGT a ocultar pruebas de un delito flagrante, acusar al denunciante y encima pretender que se le pague por “daños morales”? ¡Habrase visto tamaña desvergüenza! Desde luego, es fruto de saberse impune, de no sentir el control de sus afiliados ni de ningún contrapoder. La misma patronal también está subvencionada y calla de forma contumaz: también está corrupta. La argumentación que trata de defender el latrocinio de organizaciones es que son públicos, que defienden los intereses del ciudadano, que son instituciones de todos, que buscan el bien común... etc.

Es el lenguaje de la socialdemocracia que intenta tapar la falta de democracia con la ficción de un estado del bienestar falso, basado en la corrupción de los oligarcas y el sometimiento fiscal y político de los gobernados. No sólo nos roban sino que lo hacen por nuestro bien y ¡ay de quien se vaya de la lengua!

Si los afiliados a su sindicato supieran que su representante es un corrupto, después de aportar su dinero, trabajo y honorabilidad ¿habría alguien que apoyaría a ese individuo corrompido? Me acuerdo ahora del personaje de ficción Frank Sobotka, el sindicalista de origen polaco que en la segunda temporada de la serie The Wire fue presentado como un corrupto aunque trabajador jefe de sindicato. Animo a todo el mundo a ver esta serie y quizá la mejor temporada sea esta segunda ya que los personajes son los más complejos e interesantes. En ella se trata la corrupción en el muelle de estibadores de Baltimore (Maryland) y observamos cómo funciona un sindicato de trabajadores en EEUU. No es un sindicato de clase, es un sindicato que de verdad conoce los problemas de los afiliados, es solidario con todos (la solidaridad de verdad, no la de ponerse un pin) y se enfrenta a los problemas con unidad de acción. La disyuntiva a la que somete el argumento de la serie al jefe del sindicato, implicado en un asunto serio que destapa una trama de corrupción, deja claro cómo el resto del sindicato controla a sus representantes.

¿Cómo podríamos contrastar este funcionamiento frente a organizaciones como la UGT o CCOO? Empezando por su financiación, pasando por la forma de elegir a los representantes, siguiendo por el ámbito de actuación de un sindicato de trabajadores y llegando quizá los escrúpulos y la vergüenza de ser señalado en un asunto de corrupción delante de los que te han elegido y, por tanto, pueden quitarte de tu puesto. Ningún punto tiene atisbo de acercarse entre un modelo de sindicato y otro. No cabe en ninguna cabeza pensante que se detecte una sospecha de corrupción en un sindicato y la actuación no sea depurar y deponer cargos, además de investigar y denunciar, sino que se persiga al que ha señalado la corrupción.

Mientras, en Andalucía, los jefes de la mafia ahora retirados de la primera línea política intentan taparse con harapos de una pobreza que no es sino una mueca burlona, un nuevo canto a la demagogia pseudo-socialista que entiende que si tienes dinero eres malo. Hombre, si el dinero es robado, claro que es algo malo. El consejero de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía, Emilio de Llera ha declarado que Chaves y Griñán "no se han llevado nada, viven bastante pobremente". Además de expresarse en un pobre español, quizá se trate de una confesión implícita. Esa contumacia parece apuntar a que sí “se han llevado” mucho y que viven “bastante” abundantemente. La obsesión de gran parte de la izquierda sociológica de parecer pobres poniéndose chaquetas de pana se ha relajado pues no se han tapado bien los relojes de lujo y los privilegios adquiridos de forma corrupta. En esta última etapa de la partidocracia, el sur de España contempla cómo la bajamar del dinero público deja a la vista la corrupción que siempre ha estado ahí, latente, sumergida, sin control.

Si aprendemos algo de la marea, es que siempre sube y siempre baja. No podemos dejar el dinero público al albur de las corrientes del Estado, deben estar siempre a la luz de la sociedad civil. Nada de lavar los trapos sucios dentro de casa, los trapos sucios a la calle a que los vea todo el mundo como han hecho los valientes que han destapado las tramas de corrupción. Seamos todos como ellos para que nadie tenga que ser un héroe.




4 comentarios:

  1. Hay otra administración de la que nadie quiere hablar, por temor (creo yo) y es el de las universidades, con una cantidad de recursos bastante elevada, y un personal también a tener en consideración en cuanto a cantidad, no se si incluso mayor que el de las diputaciones. No se si Luís Escribano conoce algo de estas, pero aquí también hay tela que cortar. Al leer este artículo me han venido a la cabeza las universidades, porque según mi opinión, si en algún sitio campan los sindicatos a su aire, hacen y deshacen, amañan las cosas para que sus afiliados consigan ascender, e incluso manipulan para que sean sus afiliados los que consigan los puestos de trabajo, y se eternicen en las bolsas de contratación externa,bolsas de contratación interna, promociones internas, renovaciones de contratos, despilfarro en cursillos, etc, etc (Se pasan por el forrillo lo de igualdad, mérito y capacidad) es en las universidades. Si alguien de dentro conoce el tema

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    1. Un tema que conozco someramente pero que es muy interesante de exponer a la luz pública. Además hay muchos expulsados de ese cenagal que podrían relatar cómo ha sido su experiencia, una vez fuera y sin presiones. Realmente es una mafia.

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    2. Efectivamente, yo las conozco de soslayo, pero lo poco que conozco, es como usted dice, una mafia.

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  2. Al Capone fue un santo comparado con estos

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