sábado, 21 de marzo de 2015

La dracunculiasis andaluza


La dracunculiasis es una enfermedad próxima a la extinción. En 1989 contaba con un millón de enfermos, principalmente en África, mientras que hoy se ha reducido a un par de centenares de afectados, casi todos en Sudán. También llamada enfermedad del gusano de Guinea, se trata de una patología en la que un nematodo (lombriz) se aloja bajo la piel de los seres humanos y crece, a veces hasta un metro de longitud. Cuando el animalillo ha alcanzado un desarrollo considerable, el filamento en que se ha convertido se parte en varios pedazos y arroja larvas que alcanzan el agua. En el agua, las larvas son consumidas por diminutos crustáceos llamados copepodos. Si una persona bebe del agua infectada, la larva se aloja bajo su piel y el ciclo vuelve a empezar. No es una enfermedad letal, pero provoca un profundo debilitamiento en quien la padece.

En mi humilde opinión, la Junta de Andalucía es lo más parecido a la dracunculiasis que existe en el día a día de los andaluces. Resulta que desde hace más de 30 años existe un nematodo gigantesco, que descansa sobre su ancho lomo en San Telmo apoyando su cabeza en Ayamonte y recostando los pies en Almería. Este nematodo se alimenta bajo la piel de Sierra Morena a base de uno de los impuestos más altos del país, y cada cuatro años eclosiona liberando miles de soflamas que caen en el agua contaminada de Canal Sur, el oro líquido del que se alimentan no pocos andaluces para calmar su sed bajo uno de los soles que más castigan en Europa. Así, pese a que ya hay muchos andaluces que conocen la maldad y los destrozos de este gran nematodo, se resisten a señalarlo como principal fuente de su debilidad, y apuntan a fuentes exteriores y aguas extrañas que no conocen y que por tanto les parecen sospechosas.

Saliéndonos de la metáfora de la dracunculiasis, uno podría utilizar un símil futbolero para que los más forofos comprendan lo fácil que en teoría tendrían deshacerse de este bicho. Hace unos meses, el Barça despedía a Zubizarreta como director deportivo a consecuencia del juego mediocre que llevaba el equipo en los últimos tiempos. Y es que para un equipo que aún encabeza la tabla de la clasificación, pero que tiene, como 'equipo grande' que es, unas expectativas más altas que, digamos, el último de la tabla, caer a los últimos puestos, y no digamos descender a segunda, sería un error difícil de digerir. Pues bien: fíjense que no es la democracia la que ha echado a Zubizarreta, sino el cuerpo directivo del FC Barcelona; son los directivos los que deciden en el Barça, los responsables, como en cualquier empresa privada. 

En cambio, los directivos de Andalucía ya no son centuriones romanos con órdenes de Roma, ni reyezuelos godos que manden en Toledo. Tampoco califas cordobeses ni reyes cristianos. La Junta Directiva de Andalucía ya no es militar ni tiene su sede en Madrid. La Junta de Andalucía actual es el órgano de gobierno, es decir administración, organización de los andaluces que se la dieron por medio de un estatuto, y por tanto son los ciudadanos andaluces los que conforman esa directiva -en otras palabras, su fiel reflejo. Negar la responsabilidad al pueblo andaluz de mantener a este nematodo insaciable, que se protege a sí mismo lanzando larvas de enchufados y soflamas propagandísticas por aguas televisivas, es un error que nos condena al debilitamiento eterno.

Una victoria cómoda del PSOE de Andalucía este domingo debería, en circunstancias normales, anular cualquier empatía hacia los pobres a los que el PSOE promete constantemente rescatar, porque es fácil deducir que son ellos los que se lo han buscado. El problema es que en Andalucía no rigen circunstancias normales. Como toda enfermedad, la dracunculiasis tiende a defenderse y evolucionar, hasta el punto de que en el sur de España, el gran gusano está apoyado realmente por caciques y gentes sin grandes necesidades, aunque su trabajo -por llamarlo de alguna manera- sí dependa de las migajas del gobierno. Mientras tanto, el pobre hace tiempo que se retira en la infalible abstención.

En Andalucía, el liberal paga, el enchufado disfruta y el pobre abandona. Y, mientras en Sudán están a la espera de poder declarar la dracunculiasis como enfermedad extinta, en Andalucía está por ver si seremos precisamente los liberales a los que se nos declare extintos.




2 comentarios:

  1. Desgraciadamente, siempre llegamos a la misma conclusión. Los andaluces tenemos solamente lo que nos merecemos. Mejor dicho, seamos claros de una puñetera vez y convirtámoslo en un axioma: Los (pocos) andaluces que nos preocupamos por nuestra patria chica, nos vemos arrasados por la desidia y el analfabetismo (cuando no del pesebrismo) del resto de los andaluces que no ven, ni quieren ver, que su futuro, su presente y su pasado estarán, están y han estado en manos de los criminales que nos han "gobernado" en los pasados ya más de 30 años, con su latrocinio, nepotismo e indignidad. Es muy triste, pero mientras nuestras nuevas generaciones no alcancen la EDUCACIÓN Y FORMACIÓN necesarias para pensar por sí mismos y detectar con facilidad donde está el "nematodo", no existirá NINGÚN FUTURO para Andalucía, solo para las larvas de ese animal.

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  2. Desgraciadamente, siempre llegamos a la misma conclusión. Los andaluces tenemos solamente lo que nos merecemos. Mejor dicho, seamos claros de una puñetera vez y convirtámoslo en un axioma: Los (pocos) andaluces que nos preocupamos por nuestra patria chica, nos vemos arrasados por la desidia y el analfabetismo (cuando no del pesebrismo) del resto de los andaluces que no ven, ni quieren ver, que su futuro, su presente y su pasado estarán, están y han estado en manos de los criminales que nos han "gobernado" en los pasados ya más de 30 años, con su latrocinio, nepotismo e indignidad. Es muy triste, pero mientras nuestras nuevas generaciones no alcancen la EDUCACIÓN Y FORMACIÓN necesarias para pensar por sí mismos y detectar con facilidad donde está el "nematodo", no existirá NINGÚN FUTURO para Andalucía, solo para las larvas de ese animal.

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