lunes, 25 de mayo de 2015

El dinero danés




Levantarte cada mañana sin tener que dar la mano a la gente a la que detestas supone la única libertad posible. Para lograrla se necesita dinero, ingentes cantidades de dinero. Por esa libertad que, según Don Quijote se puede y se debe aventurar la vida, hacemos infinidad de locuras. Desgraciadamente, hoy somos menos libres que ayer y mañana  lo seremos aún menos. España, básicamente un país de cabreros en el que se grita a todas horas, aplaude como nadie cualquier medida que se tome en contra del libre albedrío. La última ovación general tiene que ver con el anuncio hecho por el Reino de Dinamarca de excluir el dinero  como forma de pago en la gran mayoría de establecimientos del país. La medida tendría su justificación en el ahorro de costes que supone, afirman los nórdicos, abonar  todo con tarjeta.

La implementación de este sistema, además de un ataque total en la línea de flotación de la libertad de los ciudadanos, es del todo curiosa porque una de las características fundamentales del dinero de curso legal es que no se puede rechazar en una jurisdicción  emitida por un banco central. Esto abre la puerta de par en par a una abolición progresiva en el futuro del dinero efectivo en la tierra de Hans Christian Andersen y, si cunde el ejemplo, en el  resto de naciones. Hay que recordar que hoy día, la gran mayoría de daneses paga con tarjeta en cualquier tipo de transacción económica. Si nos atenemos a las declaraciones de su ministro de finanzas, a partir de enero de 2016 las tiendas, restaurantes y gasolineras del país tendrán la opción de rechazar a aquellos clientes que quieran pagar con dinero en efectivo.

El asunto es ciertamente monstruoso pues termina con cualquier posibilidad de esconder a las autoridades en qué gastamos nuestro parné; esa cena con la amante de turno, ese champagne francés gastado en la intimidad de un hotel se convierten, de facto, en información que no podremos esconder. El dinero en efectivo es nuestro último recurso para esconder del Estado que quiere saber si, como los italianos, usamos la talla de preservativos más pequeña del viejo continente o, nos gastamos los cuartos en publicaciones críticas con el poder.

Probablemente una inmensa mayoría desconoce que lo saben todo de nosotros. Y si usted se encuentra entre esos millones de papanatas ajenos a la verdad, yo le voy a dar unos cuantos ejemplos para que se entere de qué va la cosa. Mire, cada vez que usted usa una tarjeta de puntos en una gasolinera, esa información es remitida a una empresa británica con sede en las afueras de Madrid. Allí quedará registrado el lugar donde ha repostado y, en qué más ha empleado su dinero. La cosa es grave porque no estamos ante una empresa gubernamental, sino extranjera que puede vender esa información, de hecho lo hace, al mejor postor. Además, en España el cretino de Rodríguez Zapatero introdujo el sistema integral de interceptación de comunicaciones electrónicas (Sitel) elaborado por Ericsson para el Gobierno de Aznar. Una tecnología que permite al Gran Hermano pinchar todos los teléfonos al mismo tiempo y conocer, entre otras cosas, nuestro operador telefónico, el  tipo de contrato y hasta el contenido de nuestras conversaciones. Muchos pensarán que eso sólo puede ocurrir con la autorización de un juez, pero, en verdad, los servicios de inteligencia no necesitan permiso de nadie para espiarnos.  Finalmente, quiero compartir el hecho de que ECHELON- la mayor red de espionaje y análisis para interceptar comunicaciones electrónicas de la historia.-controlada por los países anglosajones- permite capturar por radio y satélite, llamadas de teléfono, faxes y los emails en casi todo el planeta. Y sí, en Castilla la Mancha tenemos una antena que usan España y Alemania para recibir los reportes de la red.

Es conmovedor ver al personal conectarse a la red wifi de la cafetería, ajenos a los miles de ojos que escrutan cada mensaje que mandan a sus contactos. A nadie debe extrañar que este grupo de personas, muy de izquierdas por otra parte, sea el que mayor apoyo da al nuevo ataque a la libertad que se va a acometer en Dinamarca. Es la misma gente que se ríe de uno cuando les cuento que uso un sistema de encriptación para que nadie sepa qué me traigo entre manos. Por cierto, llevo más de un lustro sin usar tarjetas de crédito.

El dinero anónimo es el último remanso de paz que nos queda. Como buen liberal no puedo sentirme más que aterrorizado con lo que se avecina en mi segundo país; Dinamarca. Justificar esta medida aberrante alegando motivos de ahorro, no deja de ser una estupidez mayúscula porque, aunque bien es cierto que en Escandinavia es una democracia plena, no es menos veraz que también es una preciosa tarta completamente podrida por dentro.

Mucho me temo que de aquí a poco tiempo, una legión de tarados comenzará a gritar de nuevo “el vivan las caenas” con camisetas verdes pidiendo un mundo más justo sin dinero físico. La ecología y tal. Tiemblo imaginando lo que podría hacer la Junta  con los disidentes que compramos prensa crítica con el régimen. Y lo sabrían si tenemos que pagar con tarjeta.

Algo huele a podrido en el Reino de Dinamarca cuyo origen habrá que investigar. De la vieja España emana una putrefacción que proviene del desconocimiento más absoluto. No lo olviden nunca; el Gran Hermano acecha.


http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/SERGIO%20CALLE%20LLORENS

2 comentarios:

  1. Pues aquí ya hemos comenzado. De hecho el limite lo tenemos en 2500€,
    Lo que ocurre es que los ciudadanos de a pié no nos enteramos. No nos damos cuenta de que los bancos se crearon para defender los intereses de sus depositarios y que ahora se han convertido en auténticos chivatos. No doy crédito a que no se pueda hacer un ingreso a por ejemplo Endesa, salvo los días y horas determinados para ello.

    Es decir..... Hola, mire usted, quería hacer un ingreso para pagar la luz y me han indicado que podía hacerlo en cualquiera de sus sucursales a este numero de cuenta... Y entonces señalan un cartel pegado a un pilar de la entidad en el que dicen que solo se podrá pagar la luz de lunes a miércoles y de 9 a 10 de la mañana. ¡Joder! es jueves y son las once... Esto no venia en la carta...
    Entonces casi suplicas "por que esto de un cartel parece ley penal" que es que no puedes por las razones que sean, y simplemente te dicen que no pueden hacer nada. A lo cual contestas que por favor te emita un justificante para comunicar a la compañía que simplemente no me dejaron hacer un ingreso en efectivo.....¿?......!Señores! esto es un Banco y no puedo hacer un ingresoooooooooooooooooooo.
    Pues nadie se queja.
    Y yo, si algún día me toca la primitiva seguiré como ahora. Pagando en efectivo, al menos mientras pueda. Y si no puedo pero tengo medios, el mundo es enorme. Ya encontraré la libertad en la que creo.

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    1. Suscribo pero una cosa más; pagar la luz es de sumo cumplimiento. Dejarte los cuartos en revistas críticas y que, automáticamente, lo sepa el Gran Hermano es absolutamente aterrador. Pues ahí tienes a los españolitos aplaudiendo con las orejas. Un saludo

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